miércoles, 8 de julio de 2015

Panquexitismo

Panquexitismo
Irrespirable el aire con el tema Copa América. Ostensible el panquequismo vernáculo. Ese que idolatró ayer porque el resultado fue positivo, y detesta y condena hoy, porque la pelota no entró. Y mañana, veremos de qué lado cae el panqueque. Dejarse llevar por la euforia de la victoria, rayando el paroxismo, derivada de la pericia de un deportista, y pedir la pira ardiente, la hoguera, para esa misma persona, unas horas después, es francamente desconcertante. Reconozco mi total ineptitud para entender tamaña incoherencia. Quizás la génesis esté en el exitismo dominante. Sólo se puede acceder a tan anhelada cima, sólo se puede aspirar a un grado digno de felicidad, siendo de determinada manera, poseyendo determinado bien. Ganando, siempre. Concepto harto reprochable. Ilustra ello el aborrecible aforismo bilardista: el segundo es el primer perdedor. Tal vez, los preclaros que profesan dicha fe, son los mejores en lo que hacen; tal vez son infalibles. La pelotita pega en la red, sube unos centímetros, y dependiendo de qué lado caiga, los panquexitistas amarán u odiarán al argentino que la impactó. Paso, a ese tren no me subo.-

martes, 1 de abril de 2014

Sólo 2 meses, Bauza.

Es el tiempo que le insumió a Bauza destruir un equipo de fútbol. Pocas veces en mi vida tuve irrefrenables deseos de sentarme a ver a mi San Lorenzo como en el 2013. Siempre lo seguí, claro, pero a fuer de ser sincero, el lirismo que me habita condenaba casi siempre actuaciones descoloridas, sin arte. Gratamente, el Ciclón pizziano, si bien lejos de emular el Barça de Pep, o el Bayern Munich ídem, generó inesperadamente en mí, la agradable pulsión de no querer perderme un sólo minuto de juego del equipo de mis colores. Imperaba una idea de juego asociado, de dársela a los de la misma remera, de invadir el área rival con varios soldados, de presionar al rival allá arriba. De atacar, de hacer daño, de no especular. Si, ya se, a veces no salía, no se podían imponer nuestras condiciones; los otros también eran 11, y tenían su DT que laburaba. Pero se iba para adelante, vamos, y no a la bartola. En sólo dos meses, esos jugadores devinieron en un saco de voluntades obligadas a prestarle servicios a un sistema amarrete, defensivo, gris, mediocre. El Patón Bauza -que debe ser buen tipo- logró arruinar una idea de juego bella, lírica, atractiva, seductora, y eficaz por cierto. Cinco defensores, tres centre half (como les decía el nono Guido al 5) juntos, amontonados. El centrodelantero, aislado cual Tom Hanks en Náufrago, ni siquiera recibe una pelota Wilson para charlar. Trascendió que los intérpretes comulgaban con la propuesta pasada, y reniegan del paso atrás dado por su nuevo director de orquesta. Se percibe en su semblante. Es evidente en el no funcionamiento del equipo. Gane o pierda San Lorenzo, se nota esa falta de fe. Insisto, no hablo de resultados; incluso ganando se perdió la magia. El Patón lo hizo. Y ahora lo puedo ver, ahora lo entendí: en sólo dos meses, me percaté de cuánto había disfrutado el año pasado. Una lástima.

lunes, 14 de enero de 2013

Andate Bilardo.

Andate Bilardo. Basta de ese tipejo en la selección, por favor. Demasiado daño le hizo al fútbol argentino. Desde hace un tiempo, el señor es "manager" de la selección, o director deportivo, o director general de selecciones, o como se llame ese pseudopuesto de cuarta importado del autodenominado Primer Mundo. Y dale con los ex Estudiantes que ubica y que, obviamente, le tiran la chispa: Sabella, Camino, Gugnali y sus jugadores, Trobbiani y el estrepitoso fracaso (por el juego horrible, quede claro) del Sub 20 jugado en Mendoza, acompañado por otro perro de su riñón, Garré. Y no me vengan con el título mundial, que no soy resultadista, coño. Transero, lobbista, oportunista, siempre medrando al calor del poder. Es el colesterol del fútbol argentino: lenta pero inexorablemente lo está conduciendo a la ruina. Llevando al paroxismo la adoración del éxito, desestimando los medios para lograrlo, empezó imponiendo esa filosofía vendehumo del ganar como sea. ¿Qué es ganar como sea? ¿En qué consiste, en tener a Maradona en su apogeo? Todos atrás y D10S de 9 (o de 10). Resulta ser que el segundo es el primer perdedor: empobrecida mente que elucubra tamaña paranoia exitista. Al enemigo pisálo, bidones envenenados, camillas que no pueden salir de la cancha, pelotas (y alcanzapelotas) que desaparecen, faltas tácticas, la antiestética hecha dogma. Cito a un ex jugador suyo, pero que huyó espantado de la gris posición bilardista: Ganar queremos todos, pero sólo los mediocres no aspiran a la belleza (Jorge Valdano). Acuerdos y enjuagues con periodilobbistas, políticos, oscuros dirigentes y con empresarios de todo tipo. El arquetipo del transa. Basta de Bilardo y su putrefacta visión sobre el fútbol y la vida. MUERAN LOS SALVAJES RESULTADISTAS !!! VIVA EL LIRISMO DEL FUTBOL !!!

sábado, 9 de junio de 2012

Era doxa

Hola. En la génesis, la mano vino cambiada. Porque la página iba a denominarse de otra manera. Iba a tener un nombre pretencioso: Doxa. No había dudas, era ese y no otro. Se ajustaba perfectamente a lo que pienso plasmar en este terrenito que acabo de okupar en el mundo virtual. Opinión. Tal el significado de doxa.
Exponer pareceres, sostener ideas, intentar refutar otras, exorcizar dudas existenciales, y demás relatividades humanas. Un poco de catarsis, pero usando de terapeuta a la pantalla. Ese es el norte de esta opera prima informática. ¿Las materias? Básicamente política, fútbol, derecho, sociedad. Por lo tanto, Doxa no estaba mal para alguien que se relaciona con las computadoras con un hola y chau. Planillas de texto e Internet. ¿Qué pasó entonces? Llegué tarde. Esa bella palabra griega, ya había sido utilizada y registrada por otra persona. Es decir que, si alguna pretensión de originalidad se había hecho presente en la mente de quien esto escribe, tuvo que ser desechada ante la evidencia de que alguien supo ser más original. O más veloz.
En consecuencia, y para bautizar a la criatura, tuve que recurrir a las musas que el frío de un sábado de junio por la noche suele espantar. El possense. Sí, lo se, la magra cuota de singularidad e innovación que me llevó hasta doxa, se consumió con ese único disparo. Pero lo cierto es que si existe un adjetivo que me califique, ese es possense.
Una publicidad de un banco, en los 90, rezaba que un buen nombre es lo más valioso que uno puede tener. Nunca le creí demasiado. Hoy estoy claramente en contra. ¿Es el nombre lo más valioso, lo más trascendente? Definitivamente no. El possense, entonces.
Allá vamos.